Ciao a tutti, seguro que alguna vez habéis escuchado el término Pin-Up, sobre todo cuando se hace referencia a la moda femenina de los años 50. Un claro ejemplo de este estilo sería el reflejado en la serie televisiva Mad Men.
En realidad su origen es anterior a los años 40, aunque fue en esta década cuando más se popularizó y experimentó mayor auge. El concepto de pin-up hace referencia a las imágenes de chicas posando en actitud sugerente, sonrientes y alegres que generalmente se colgaban en la pared, de ahí su nombre.
Ya a finales de los años 30 artistas como George Petty utilizaban estas imágenes para ilustrar calendarios. La obra de Petty fue una de las claves del éxito inicial de la revista Esquire, siendo pionera en la utilización de este tipo de ilustraciones en sus publicaciones. A finales de los años 30 la tirada de Esquire descendió, por lo que la revista empezó a utilizar los dibujos de Petty para desplegables de dos y tres páginas.
Alberto Vargas nació el 9 de febrero de 1896 en Arequipa, Perú. Desde muy pequeño empezó a pasar mucho tiempo en el estudio de su padre, un afamado fotógrafo. Fue aquí cuando aprendió a utilizar el aerógrafo, instrumento que hace tan peculiar la obra de Vargas.

Estudió varios años cerca de Zurich, trasladándose posteriormente a Nueva York ante la imposibilidad de proseguir sus estudios en Inglaterra debido a la guerra.
En 1940 Vargas fue contratado por Esquire, sustituyendo así a Petty que no llegó a un acuerdo contractual con la revista. Es a partir de este momento cuando Vargas elimina la «s» de su apellido y sus ilustraciones pasan a llamarse «Varga Girl».
El primer desplegable de Varga Girl apareció en Esquire en octubre de 1940.



Dos meses después de la publicación del primer desplegable la revista presentó el primer calendario Varga Girl.












Desde el punto de vista de la sociedad actual, cabe destacar la queja que reciben este tipo de ilustraciones por el papel que representa la mujer en ellas. Obviamente sería impensable que a día de hoy se pudiese defender que son necesarias porque «levantan la moral de las tropas».

Pero no podemos obviar que son magníficos ejemplos de acuarela aplicada con aerógrafo, donde la belleza femenina se perfila con delicadeza y cariño por parte de Alberto Vargas.

